Masivo cacerolazo contra el Gobierno

19.04.2013 08:24

El "18A" sumó una nueva conquista

Los manifestantes en el Obelisco. Hubo menos carteles y menos cánticos. 



Por Nicolás Poggi, corresponsal de NOVA en Casa Rosada.

 

 

El clima en la Casa Rosada cuando hay cacerolazos es el de siempre: luces bajas, oficinas semivacías, silencio en los pasillos, pocos funcionarios. La guardia en el edificio, esta vez, fue mayor a la del "8N". A la presencia de gendarmes en las galerías internas se sumó la hilera de oficiales con perros delante de las rejas de Balcarce 50.

 

Como la vez anterior, la Plaza de Mayo estuvo dividida en dos por un vallado. Sobre la noche, la tensión ganó lugar: los manifestantes, que presionaron sobre las vallas antivuelco, interpretaron que la policía se preparaba para dispersarlos con un camión hidrante. "Ni se les ocurra tirar agua, porque rompemos todo", amenazaron a través de las vallas.

 

A vuelo de pájaro, dando una recorrida por las calles del centro porteño, la convocatoria pareció menor a la de la edición anterior. Hubo también menos carteles y menos cánticos. El tránsito no se interrumpió, y los comercios de la zona permanecieron abiertos. Incluso los bares de Avenida de Mayo y la calle Corrientes, desde cuyas mesas los comensales miraban pasar a la gente.

 

En las calles el dispositivo estaba en marcha: los puestos de venta de comida, gaseosas y merchandisingdel estilo de la bandera argentina se repitieron entre las cuadras. En la Catedral, Raúl Castells vociferaba contra la corrupción. Antes había dado una nota televisiva junto al rabino Sergio Bergman.

 

En el Obelisco la marcha lució acaso algo desmembrada en comparación con la del "8N". Las cuentas posteriores, sin embargo, arrojarán más claridad. Cuando parecía que el tumulto se desconcentraba, una columna ingresó por el otro lado de Avenida de Mayo. Sus integrantes, tomados de la mano, lucían la misma remera: "Basta de inseguridad". Sobre sus cabezas llevaban una larga bandera argentina.

 

Enfrente, sobre Diagonal Norte, la gente se amontonaba en torno a un escenario. Sonaban temas contra la corrupción y "6, 7, Rocho" (SIC). Acaso sin proponérselo, un locutor definió uno de los ejes del reclamo: "No queremos chavismo con pollera".

 

Hubo manifestantes de todas las edades en la ciudad de Buenos Aires. Se vieron familias, chicos con banderas, adolescentes, adultos mayores. Elisa Carrió reunió a varios en Corrientes. Tampoco faltaron los integrantes de "Anonymous", la red global de piratas informáticos, que desplegaron una bandera sobre la avenida y, ocultos con máscaras, hicieron sus proclamas con megáfono.

 

En la Casa Rosada quedaron pocos funcionarios. El personal de seguridad decidió cerrar todas las ventanas del primer piso. Hasta un rato antes de que empezara el cacerolazo, Florencio Randazzo mantuvo audiencias en su despacho. Lo mismo para el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.

 

En la tarde de este jueves, Cristina Kirchner partió a Perú para participar de una reunión extraordinaria de Unsaur por el conflicto en Venezuela. La acompañaron Timerman, Zannini, De Vido y Parrilli, además del presidente uruguayo, José Mujica, que fue invitado por la propia CFK. De ahí viajarán a Caracas para formar parte el viernes del acto de asunción de Nicolás Maduro.

 

Simultáneamente a los cacerolazos, en viaje hacia Lima, Cristina tuiteaba desde el Tango 01. Le puso fin a la polémica por los dichos de Mujica, a quien ella misma invitó a viajar en el avisón presidencial. "Sí, soy medio terca, y además estoy vieja. Pero después de todo. es una suerte poder llegar a viejo, no?", expresó en la red de microblogging. "Sobre todo si tu vida sirvió para hacer cosas que tu Patria necesitaba. Tranqui. Está todo bien", cerró, y relató luego la reunión que mantuvo este mismo jueves con el nuevo arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli.

 

Después hizo una fuerte defensa de Maduro. "Unasur de pie y a full. Como siempre. No se puede aceptar el desconocimiento a la voluntad popular y a las instituciones de la democracia". A esa hora, sobre la noche, los manifestantes se trasladaban al Congreso.